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Cuatro poemas de Durs Grünbein

 



TETERA CON CAQUIS

 

Cuando por la tarde las fases del silencio
se alargan más que las sombras invernales
adviene la idea de la naturaleza muerta.

Todo en la estancia se hace imagen; el espectador
poco a poco se desvanece tras la puerta abierta.
La luz gatea entre muebles y pavimentos, toca
la tetera, sobre el plato hay unos caquis,
como un fijador vuelve los contornos indelebles.
Escribe un libro de las cosas superfluas.

Los antiguos maestros japoneses pintaban
en el tiempo del nada ocurre el ahora inanimado,
tazas y biombos. Y bastaba.

 

 

ASTRONAUTA EN OCTUBRE

 

Estaba fuera, lejos, semanas sin gravedad,
todavía extranjero entre módulos y cables.
Un hámster dando vueltas en una estación espacial multimillonaria,
una sola palabra le mantuvo en movimiento: misión, misión.

 

Ahora regresa al mundo tal y como es. Vivido,
y en nada mejor que cuando lo abandonó.
Un enorme vertedero para toda forma de saber,
un semillero de crisis con cinco continentes, islas
en un mar al que no le importa nada la tierra firme.

En el cráneo aún el vacío de aquellos fríos espacios;
pero un día de octubre le hace entrar en calor. Se siente libre,
más ligero aquí abajo en el centro de cálculo, entre los telescopios.
Y toma el camino de casa, a través de los campos.

 

 

TRANSPARENCIA EN AZUL

 

Esta es la ciudad: un inventario de nuestros días,
el lugar donde los muertos tocan a los vivos,
no sólo junto a los cementerios, no, en cualquier lado
en que los inquilinos vivan apretados. 

 

Estas son las calles, medidas a pie,
tantas veces que podrías avanzar a ciegas;
se juega al sueño como les gusta a los niños.
El diente de león combate con la lluvia y el polvo,
el trébol engulle el gas al borde del camino.
Basta con que observes al trébol: un verde enmascarado.

 

Mientras los ojos avanzan, nadie cree
en el vacío, para nosotros más obvio que cualquier amén
que resuena bajo cúpulas y bancos de iglesia;
inaferrable el vacío, lo encuentras por doquier. 

Comienza pronto a hacer ejercicio. Ejercítate
en la ausencia. A este mundo físico
nada le faltará hasta el último átomo
el aire da fe de lo que siempre ha sido: aire.

 

 

INTERIOR CON BÚHO

 

La habitación está iluminada por la luna. Nada es real.
Cada instante insondable, el mundo
un eco colosal en el laberinto de los sentidos.
En la mano, una moneda -mi talismán. 
Diecisiete gramos de plata, puro símbolo.
Búho, ilumíname, abre los ojos.
Animal de los cuatro dracmas del Ática, ayúdame.

 

 

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