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Poemas de Patrizia Cavalli

Con passi giapponesi”: la prosa poetica di Patrizia Cavalli – Il Libraio


 Los marroquíes con las alfombras
parecen santos y sin embargo
son mercaderes.

*

Ahora que el tiempo parece todo mío
y nadie me llama para la comida ni la cena,
ahora que puedo quedarme mirando
cómo se deshace una nube o cómo se destiñe,
cómo camina un gato por el tejado
en el lujo inmenso de una exploración, ahora
que cada día me espera
la ilimitada largura de una noche
sin llamada y no hay ya razón
para desnudarme con prisa y descansar en
la cegadora dulzura de un cuerpo que me espera,
ahora que la mañana no tiene comienzo
y silenciosa me permite dedicarme a mis cosas,
a todas las cadencias de la voz, ahora
querría de pronto la prisión.

*

Después de años de tormentos y arrepentimientos
lo que descubro y lo que me queda
es una banalidad fresca e indigesta.

*

Si ahora tú llamaras a mi puerta
y te quitaras las gafas
y yo me quitara las mías que son iguales
y después entrases en mi boca
sin temor a besos diferentes
y me dijeras “Amor mío,
¿qué ha pasado? sería una obra
de teatro de éxito.

*

Pero ¿de verdad para salir de prisión
hay que saber de qué madera es la puerta,
el material de los barrotes, establecer el pantone
exacto del color de los muros? Volviéndose
tan experto se corre el riesgo
de encariñarse. Si de veras
quieres salir de la prisión, sal ahora,
hazlo con la voz, conviértete en canción.

*

Silla, ¡deja de ser tan silla!
Y vosotros, libros, ¡no seáis tan libros!
Están como las dejaste, las chaquetas abandonadas.
Demasiada materia, demasiada identidad.
Todos amos de su forma.
Son. Son lo que son. Solitarios.
Y yo los veo uno a uno separados
y quieta también yo hago de plazuela
para estos objetos quietos, solos, congelados.
Se requiere mucha y espaciosa ternura,
una prisa piadosa que mueva y que confunda
estar formas maestras siempre iguales, porque
no es verdad que se regrese, no se regresa
al vientre, se marcha nada más,
nos volvemos singulares.

*

Científicamente me pregunto
cómo ha sido creado mi cerebro,
qué hago yo con esta equivocación.
Finjo tener un alma y pensamientos
para andar mejor entre los otros,
alguna vez me parece incluso amar
rostros y palabras de personas, pocas;
al ser tocada querría tocar,
pero descubro siempre que toda emoción mía
depende del temporal que se avecina.

*

¡Cómo era dulce ayer imaginarme árbol!
Por un momento incluso llegué a enraizar
y crecía con lentitud soberana.
Recibía así brisa y tramontana,
caricias o sacudidas, ¿qué importaba?
No era para mí misma alegría ni tormento,
no podía arrancarme mi centro,
yo sin decisiones y sin movimiento,
si me movía era sólo por el viento.

*

Si cambio de sitio mi escritorio
otro gobierno tendrá mi razonamiento;
será más lento el camino al sofá
donde ante cualquier pensamiento me dormía.
Sentada, de repente me sumergía
entre los cojines grandes y mi pensamiento
soñándose libre ramoneaba
hierbas fáciles aquí y allá.

*

Me he vuelto muy sabia
digo sabidurías una detrás de otra
fácilmente con mucha facilidad
las digo y las olvido
puedo olvidarlas
porque en seguida se me ocurre otra.
Después de todo
nunca he sido de las que ahorran.

*

¡Comer mandarinas
que jamás saben a muerte!

*

Querrías que fuese uno de tus gatos
castrados y paralelos: duermen en fila
y hacen el gato sólo a escondidas
cuando no los miras. Pero yo nunca seré
castrada y paralela. Tal vez me vaya,
pero será de refilón y entera.

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