EL MEMBRILLO
El membrillo por sí solo
ya merecería un poema.
No su flácida mermelada,
esa mutilación empalagosa,
esa abyecta humillación
de un fruto compacto, deslucido, brutal,
sino el membrillo protuberante,
poderoso, sin sentimientos
puesto a secar en un tendedero,
combándose bajo tan pesado sol.
UN JARRÓN VACÍO
Un jarrón vacío
espera una planta,
algo que lo sustente, justifique
ante el ojo impaciente.
Un jarrón vacío
vela su vacío
la planta que fue o que será.
Humillándose de lluvia.
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