EL MEMBRILLO El membrillo por sí solo ya merecería un poema. No su flácida mermelada, esa mutilación empalagosa, esa abyecta humillación de un fruto compacto, deslucido, brutal, sino el membrillo protuberante, poderoso, sin sentimientos puesto a secar en un tendedero, combándose bajo tan pesado sol. UN JARRÓN VACÍO Un jarrón vacío espera una planta, algo que lo sustente, justifique ante el ojo impaciente. Un jarrón vacío vela su vacío la planta que fue o que será. Humillándose de lluvia.
Taller de traducciones de Martín López-Vega