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Tres poemas de Xi Chuan



LA OTRA ORILLA DEL RÍO

En la otra orilla del río
hay una llama
una llama
que arde en mayo
que arde en agosto

cuando la sófora florece, el profesor con léntigo se inclina hacia ella
cuando las flores del naranjo caen, un heredero de gestos elegantes se inclina hacia ella
y sonríe

sin embargo en la otra orilla del río permanece, ardiendo aún
como el brillo submarino del coral rojo
como un sombrero de paja rojo arrastrado por la brisa

cuando ayer la vi estaba totalmente quieta mirando al cielo
y hoy inclina la cabeza para contemplar el río

si hubiera nubes y lluvia, ¿qué haría ahí en la otra orilla del río? 
su llama no se extinguiría

un poeta la contempla
un granjero la contempla
un materialista dialéctico la contempla
ella está en la otra orilla del río, ardiendo
ardiendo en mayo
ardiendo en agosto


DESCARTES

El pastor en septiembre está cubierto de hojas
se acurruca con piedras atraviesa el murmullo de arces
un revoltijo distorsionado de nueve ovejas le sigue
se acurruca contra ellas es su padre

un hombre de espíritu desviado un mudo
un hombre que no conoce el frío ni el calor varado en el campo

septiembre llega y sus ropas están hechas jirones
las ovejas engordadas las ovejas agradece a la tierra
pero gracias sólo caen de labios humanos
el mudo no tiene palabras y se convierte en paisaje

se transforma en una señal en la lluvia en un espectro descartado
a la deriva en las colinas y en las ciénagas
pisando las almohadas de quienes sueñan
aquel día yo perseguía la sombra de la nube al sur de la montaña
cuando me tropecé con él y con sus ovejas
contó sus ovejas y gritó
yo me aparté para dejarles pasar
el mundo del pastor acelerado yo quieto y mudo


AVES NOCTURNAS

Cuando los últimos retazos de la noche se consumen
de qué color son las aves
que barren la noche sobre la ciudad

sus cantos resuenan en un coro
se acercan a los sueños
son una carrera de felicidad

de qué color son los pájaros
que vuelan con sus secretos
y los descuidan

el estridente verano concluye
el estridente otoño inicia
incomparables al sonido de las aves nocturnas

no puedo ver sus
cuerpos, quizás sean sólo
el rumor de la felicidad 

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